Lara y los periodistas

Lo de Edman Lara no es una disputa con la prensa, es ignorancia pura sobre lo que significa la opinión pública. No entiende el papel del periodismo ni su función democrática. En el debate quedó expuesto: nervioso, agresivo, condicionando incluso a los moderadores, quienes lamentablemente también se mostraron temerosos, casi sometidos a su figura. Fue él quien exigió su presencia y el TSE le concedió el deseo. Ese desequilibrio de poder contaminó todo el encuentro. Lara no odia a la prensa; odia el reflejo que ésta le devuelve. El espejo mediático muestra su incoherencia, su falta de sustancia, su incomodidad con la verdad. No soporta verse tal cual es y, en lugar de corregirse, culpa al mensajero. Ese mecanismo de negación lo vuelve peligroso, porque no sólo niega lo que hace, sino que logra condicionar instituciones y manipular escenarios a su favor. Si actúa así frente a los periodistas, ¿qué hará con el país entero si llega al poder? Lara no discute con la prensa: discute con su propio reflejo.