Luis Arce quiere mantener hasta el 2025 el poco amor que todavía le tienen, para que no le pase lo mismo que a Nicolás Maduro, que ha tenido que montar un fraude descomunal que nadie le cree para conservar el poder. Esa se ha vuelto una misión imposible, pues hasta los propios izquierdistas le han quitado su respaldo. La izquierda siempre ha sido una descarada cómplice de muchas barbaridades, pero esta vez sobrepasa los límites.
Arce conoce de cerca la experiencia del cocalero Morales, que tampoco pudo sostener un fraude de grandes proporciones, aunque incurre en el mismo error: quiere llamar a un referéndum, tal como lo hizo su maestro político en el 2016, evento que marcó su sepultura.
Esa vez, el ciudadano de Orinoca quería saber si la gente lo quería o no y perdió. Arce busca la misma respuesta aunque con preguntas algo disimuladas. En la primera les dice a los bolivianos que no quiere levantar los subsidios a los carburantes, que su intención es mantener los precios congelados, pero que la última palabra la tienen los votantes. Confía en que la gente le responda que no, pero el riesgo es que esos mismos votantes le muevan el piso cuando el descalabro sea mayúsculo. Le pasó a Hernán Siles Zuazo y también al amo del Chapare, a quien la propia COB le pidió su renuncia. Los políticos saben mejor que nadie que la lealtad es muy frágil.
La segunda es una pregunta cizañera.Recurre a la misma treta de siempre, de confrontar a las regiones, sobre todo cargar las tintas contra Santa Cruz, el departamento que podría beneficiarse en mayor medida con la redistribución de escaños, una vez se conozcan los resultados del último censo. Arce pretende otra vez desatar el odio y el resentimiento de las regiones de occidente contra los “cambas oligarcas”, una de las artimañas que más usó el cocalero hasta que causó el hastío y el rechazo de los bolivianos.
La tercera pregunta lo coloca en la misma posición de los millones de bolivianos que en 2019 salieron a las calles a gritarle a Evo Morales que no lo quieren más, por corrupto, narcotraficante, pedófilo y, sobre todo, por generar odio entre bolivianos. El mandatario confía en que, una vez se decidan por él, la ciudadanía lo va a tratar diferente y que no le harán lo mismo que a su “jefazo”.
Arce quiere que en el referéndum, la gente lo elija a él en lugar del cocalero, con lo que daría por descontada su candidatura y un triunfo seguro en las elecciones de 2025. De esta manera está expresando la misma confianza que tenía Morales, cuando decidía desconocer los resultados de la consulta del 21F, cuando le ordenaba al Tribunal Constitucional aprobar su cuarta postulación con el ridículo argumento de los derechos humanos y organizaba un fraude que supuestamente iba a ser aceptado por la población y la comunidad internacional.