Altas figuras de la dirigencia cívica y de la
política de Santa Cruz se han estrellado casi al unísono contra el cocalero
Morales, a quien han culpado de todos los problemas que están ocurriendo en el
país, especialmente del descalabro económico. Lo dicen como si fuera verdad
todo lo que dice Luis Arce y como si el mandatario no hubiera sido el principal
escudero del ciudadano de Orinoca. Esta aparente sintonía ya se veía venir y no
sólo se la confirmó con el obligado cambio de mando en la gobernación cruceña,
sino también con la mansedumbre que se ha estado observando últimamente en la
“institucionalidad” de Santa Cruz. Algunos analistas coinciden que la mejor
estrategia de la oposición sigue siendo la de 2019 y terminar el trabajo que
empezó aquella vez, haciendo huir para siempre al amo del Chapare. El problema
podría generar una confusión, pues no se sabrá si Arce se convertirá en
“pitita” o los “pititas” en “arcistas”. Lo más interesante de todo es que se
repite la historia y es que Santa Cruz es un importante factor de
gobernabilidad, elemento debería servir no sólo a las élites, que siempre han
transado con el centralismo.